Carga maliciosa/destructiva
Las cargas útiles maliciosas/destructivas son fragmentos de código diseñados para infiltrarse, alterar o dañar de otro modo un sistema informático o un dispositivo de hardware sin el consentimiento del usuario. Generalmente se transfieren e instalan a través de enlaces maliciosos, archivos adjuntos o vulnerabilidades en una aplicación o sistema operativo. Es importante señalar que una carga maliciosa debe estar diseñada para causar daño.
Las cargas maliciosas varían enormemente en cuanto a su propósito y diseño, pero generalmente tienen algunas características clave en común: están diseñadas y construidas por un atacante para causar daño a un sistema de destino, normalmente se entregan mediante un correo electrónico que contiene un enlace malicioso o un archivo adjunto, y están diseñadas para explotar ciertas vulnerabilidades en el sistema de destino.
Las cargas útiles maliciosas pueden estar diseñadas para borrar archivos, infectar toda una red, provocar un ataque de denegación de servicio (DoS) o incluso robar información confidencial. Ejemplos de cargas útiles maliciosas incluyen botnets, ransomware, spyware, backdoors y ransomware.
En el ámbito de la ciberseguridad, las cargas útiles maliciosas/destructivas son una preocupación clave, ya que pueden causar daños significativos a los sistemas y redes informáticos, así como a los datos de los usuarios. Por ello, se recomienda encarecidamente a los usuarios que mantengan sus sistemas actualizados con los últimos parches de seguridad para reducir las posibilidades de que se introduzcan en ellos cargas maliciosas. Además, los usuarios siempre deben tener cuidado al abrir correos electrónicos o hacer clic en enlaces de fuentes desconocidas.