La compresión con pérdida es un tipo de método de compresión de datos para reducir el tamaño de los archivos multimedia digitales a expensas de la calidad. Al utilizar la compresión con pérdida, un usuario puede sacrificar la fidelidad de un archivo para lograr un tamaño de archivo más pequeño. Las técnicas de compresión con pérdida se utilizan comúnmente en formatos de audio y video digitales, formatos de imagen y la transmisión de texto electrónico.

Cuando un archivo se comprime mediante una técnica con pérdida, algunos de los datos se descartan y, como resultado, el archivo se comprime. Esto permite una reducción mucho mayor en el tamaño del archivo, pero puede reducir la calidad del archivo en sí. La compresión con pérdida es preferible a la compresión sin pérdida cuando se necesita reducir el tamaño del archivo, como cuando se comparten archivos digitales a través de Internet o cuando hay espacio de almacenamiento limitado.

La técnica de compresión con pérdida más utilizada es JPEG (Joint Photographic Experts Group), que se emplea para comprimir fotografías digitales. En lugar de comprimir toda la imagen, como se hace en los métodos sin pérdida, JPEG busca las áreas de una imagen que son similares y las descarta. El resultado es un archivo mucho más pequeño sin sacrificar la calidad de la imagen. Además, el grado de compresión utilizado en JPEG puede ajustarse para reducir aún más el tamaño del archivo.

Los formatos de audio comprimidos con pérdida, como mp3 (MPEG-1 Audio Layer 3) o AAC (Advanced Audio Coding), son algunos de los formatos de audio disponibles más utilizados. En un archivo de audio comprimido con pérdidas, se analizan muestras para determinar qué frecuencias se pueden eliminar sin comprometer la calidad de la pista. Luego, el algoritmo de compresión elimina esas frecuencias, lo que da como resultado un archivo mucho más pequeño.

Aunque la compresión con pérdidas puede reducir drásticamente el tamaño de los archivos, también puede introducir artefactos en los datos. Estos artefactos pueden ser audibles con audio, visibles con imágenes o perceptibles en archivos de texto. A medida que aumenta el grado de compresión, disminuye la calidad del archivo. El grado de compresión debe adaptarse a las necesidades del usuario para conseguir un tamaño de archivo óptimo sin sacrificar demasiado la calidad original del archivo.

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