Un sistema informático tolerante a fallos es un sistema informático diseñado para permanecer operativo a pesar de posibles fallos de hardware y software. Se basa en el concepto de redundancia, que implica la creación de soluciones adicionales de hardware y software que puedan tomar el relevo si falla algún componente individual.

Los sistemas informáticos tolerantes a fallos suelen utilizarse para aplicaciones de misión crítica, como la banca en línea, las órdenes de compraventa y los sistemas médicos. En caso de mal funcionamiento de un componente, el sistema tolerante a fallos está diseñado para identificar rápidamente el fallo y sortearlo, permitiendo que el sistema siga realizando sus operaciones.

Los sistemas tolerantes a fallos suelen utilizar varios componentes de hardware autónomos. Estos componentes funcionan de forma independiente, como copias de seguridad redundantes. Si falla un componente, los demás pueden hacerse cargo de las operaciones.

El enfoque puede dividirse en dos categorías: activo y pasivo. En el enfoque activo, se supervisa cada componente y, si se detecta un fallo, se sustituye el componente y se vuelve a poner en marcha el trabajo. En el enfoque pasivo, los componentes fallan de forma ordenada y, en lugar de sustituirlo, el trabajo se divide entre los componentes restantes.

Los sistemas informáticos tolerantes a fallos tienen un nivel añadido de resistencia a muchos tipos de problemas. Pueden trabajar junto con otros sistemas que no dependen de la redundancia para sus operaciones, y pueden utilizarse en muchos tipos diferentes de aplicaciones. Aunque no son a prueba de fallos, estos sistemas pueden ayudar a reducir los riesgos de fallos del sistema.

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